El coma, o aberración comática, recibe su nombre por el aspecto de cometa
o de cabellera (coma, en latín) que tiene la imagen de un punto. El coma se
produce sólo para objetos que no están situados en el eje óptico y deriva del
hecho de que, en realidad, los planos principales no son realmente planos,
como consideramos en la aproximación paraxial, sino superficies curvadas.
En la figura 48 podéis ver una representación de este hecho. La lente produce
una imagen, P, del punto S. El rayo de luz que sale de S y pasa por el centro
de la lente llega al lugar correcto de la imagen, pero los rayos que pasan lejos
del eje se van desviando cada vez más y no están enfocados correctamente:
los que pasan a un radio r1 forman un círculo en la imagen de radio r′1, los
que pasan a un radio r2 forman un círculo aún mayor y más lejos del punto
original, de radio r′2. El conjunto de todos estos círculos da lugar a una mancha
en forma de cometa.
Una lente produce una imagen, P, del punto S. El rayo de luz que sale de S y pasa por el centro de la lente llega al lugar correcto de la imagen, pero los rayos que pasan lejos del eje se van desviando cada vez más y no están enfocados correctamente: los que pasan a un radio r1 forman un círculo en la imagen de radio r′ 1, los que pasan a un radio r2 forman un círculo aún mayor y más lejos del punto original, de radio r′ 2. El conjunto de todos estos círculos da lugar a una mancha en forma de cometa.
En la figura 49 podéis ver un ejemplo ilustrativo de esta aberración. Es la imagen de un conjunto de puntos repartidos por una superficie, a diferentes distancias del eje del sistema óptico. Fijaos en la deformación característica en forma de cometa y cómo, a medida que los puntos están más alejados del eje, la deformación de la imagen es cada vez más evidente.
Conjunto de imágenes de puntos situados a diferentes distancias del eje del sistema óptico. Fijaos que a medida que los puntos están más alejados del eje la deformación de la imagen en forma de cometa es cada vez más acusada.